domingo, 2 de febrero de 2014

UN FOGONAZO SILENCIOSO.

Un fogonazo silencioso, mudo, se elevó sobre él. Él, relajado y con los ojos cerrados, notaba cómo la luz se filtraba por sus párpados. Sus pies no se separaban de la tierra cuando abrió los ojos lentamente. La luz le molestaba, pero la hoguera de esperanza que ardía en su interior impulsó a la apertura de su visión. Era un sueño interrumpido en un fresco amanecer de mayo. Las suaves sábanas envolvían sus piernas y su torso desnudo despertaba poco a poco en una respiración calmada. Tenía un nuevo día mirándolo a los ojos.
Sueño, Andrés Cillero.

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