sábado, 29 de marzo de 2014

MÁS QUE LA VIDA, LA MUERTE.

El sueño de un viaje que planea sobre nuestras cabezas. El gris de las mañanas del otoño rozando nuestras lágrimas, nuestro llanto. Poetas gritando por las calles, pintores llenando plazas de color. El cielo que nunca será nuestro, ni de nadie, prepotente mirando con descaro las calvas de los ancianos que mueren sin avisar. Un paseo donde los niños juegan a ser mayores detrás de los arbustos. Las ancianas peinan a las niñas, murmurando sobre cómo acabar con sus inútiles maridos. Las vidas rondan, levitando, los callejones, condenadas a la pena capital. En un amago de esquivo, la muerte llega a su objetivo, airosa, con los ojos bien abiertos. Los adolescentes la ignoran, los jóvenes la reflexionan, los viejos la saludan disimuladamente. Como en un viaje donde el equipaje no es más que un saco lleno de gilipolleces, deambulamos, sobre ríos y montañas, buscamos una perspectiva, lamentamos. La tierra nos busca, nos inunda, inevitablemente. Mientras tanto, el sueño de un sueño, la esperanza del paraíso, la utopía en este mundo. Mientras tanto, los puños encierran tierra mojada, arena que se escapa entre los dedos, el agua incontenible. ¡Mientras tanto, la guerra para que la muerte no sea la felicidad de nuestras vidas!
La muerte por la idea, Paul Klee.

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