Eduardo Galeano ha muerto.
Recuerdo mi adolescencia (o pre-adolescencia), cuando, sin saber ni cómo ni porqué, me topé con este viejito. Comenzó, entonces, un cambio en mí, en mí y en algunos y algunas con las que me rodeaba en aquel entonces. Comenzamos a soñar, a dudar de la realidad a la que estábamos sometidas. Nos inspiró, a cada una de una manera. Yo comencé a escribir, a desahogarme sobre el papel y la pantalla, a expresar mis sentimientos, mis descontentos e ilusiones. Tomé por filosofía el:
"Y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero".
Estoy seguro de que así lo hizo él.
No le desearé que la tierra le sea leve, porque ya nada se le puede hacer leve; ni que descanse en paz, porque no descansan los cuerpos inertes. Sólo deseo que siga habiendo adolescentes que sigan encontrándose con sus palabras, con sus libros... que siga inspirando, porque inspirar es la única respiración de los muertos.
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