martes, 16 de diciembre de 2014

VIVIR

¿Y si hubiéramos nacido en otro mundo? Quizás en otro mundo, en otra galaxia, en otro tiempo...
Quizás en otros cuerpos, no lo se, quizás en otras tierras, o quizás tampoco, a saber.
Quizás en los sueños, quizás en las fantasías.
Lo cierto es que te miro sin que me mires, te sueño sin que me sueñes.
Y así es la realidad, ni es un puñal, ni es motivo de mi tormento.
Es pura realidad, es vivir agarrado de la hierba y del aire, de las nubes y de los árboles.
El reino del vacío, Guillermo Pérez Villalta

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Posiblemente fuera un error, pero en aquel momento no le importaba nada más que su piel tostada, sus ojos oscuros y aquella forma graciosa con la que sonreía levemente.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿QUIÉN SABRÁ?

Y ahora, cuando te escapas de entre mis cabellos,
justo ahora, cuando te quería en el recuerdo,
justo ahora que no eras sólo aire.

Ahora que eras caracolas y conchas y piedrecitas brillantes,
ahora que te mezclabas entre la sal y la arena.
Justo ahora, baja la marea.

¿Quién sabrá ya de tu olor, y tacto húmedo?
¿Quién sabrá ya de tus pies y tus cejas?

Ahora que el espacio ya es mayor,
ahora que lo reciente ya es pasado,
sabe este día, mucho peor...

TeMpus_Fugit, Adolfo Arenas.

lunes, 10 de noviembre de 2014

EL PÁJARO

Soy el pájaro del ala jodida, 
que no remonta vuelo, 
que a pesar del tiempo, 
no se cura, 
que a pesar del tiempo,
sigue herido.

Soy el pájaro que cayó del nido,
que ni los gatos quieren comerse,
que tirado en la calle,
nadie escucha su piar,
que tirado en la calle,
no puede escapar.

Soy el pájaro de la pata coja,
que sin bastón debe andar,
que entre el resto,
debe seguir comiendo,
que entre el resto,
debe seguir viviendo.

Soy el pájaro que sigue alado,
que entre el aire y los árboles quiere planear,
que sin saber cómo,
probará la sal del acantilado,
que sin saber cómo,
probará la libertad.
Niño y caballo, Pablo Picasso.

 

domingo, 2 de noviembre de 2014

LAS MALDITAS NUBES

Y al igual que las nubes se interponen entre el sol y la yerba, el destino los separó. Y ya lo podéis llamar destino o lo que quiera que sea la consecuencia del paso del tiempo.
Nubes en verano, Emil Nolde.

lunes, 27 de octubre de 2014

APOLOGÍA DE LO MEDIOCRE

¿Qué quieren de mi? Yo sólo quiero ser feliz.
Buscan donde no hay, quieren lo que no pueden.
Si mi mayor aspiración es no parar de reír.
Y es que no lo ven, no lo ven.
Dicen que no es suficiente vivir, que no es suficiente respirar,
que nada importa lo que puedas amar, ni follar,
que siempre, por cojones, tenemos que destacar.
Pero se equivocan, y que lo llamen conformismo,
pero que de mi sólo esperen lo terrenal,
que el placer me quiera conquistar, y que lo consiga,
que me líe entre copas, que me deje llevar por las malas influencias,
que respire más de lo que deba y que, sobre todo,
siga escribiendo poemas de mierda.

Cristo en la columna, Guillermo Pérez Villalta.

domingo, 12 de octubre de 2014

COMO UN SAN SEBASTIÁN

Esta máquina que no escribe, que susurra canciones desgarradas.
Este cigarro que no quema, que se desvanece.
Este teléfono que no suena, que esconde silencios y palabras.
Este café que no despierta, que vomita sueños sobre las paredes.
Y como un San Sebastián, asaetado por amar,
y como un San Sebastián, loco por volar.


AmOre_amOre, Adolfo Arenas Alonso.

sábado, 11 de octubre de 2014

DÉJAME

Déjame si me ahogo en un vaso de ron o en una gota de rocío.
Déjame si en ocasiones mi único objetivo es la pasión.
Déjame si amo, más que a los acantilados, a su vacío.
Déjame si hoy soy más corazón que razón.
Hombre en un café, Juan Gris.

jueves, 9 de octubre de 2014

RETAL

Pudimos aprender, pero no se si fue así,
y es que somos errantes, más que los animales.
Ojala lo pudiera decir, pero no se si aprendí,
que sólo nos quedan de las sábanas, los retales.
Estos versos no llevan imagen, ni la necesitan,
estos versos salen del recuerdo que los asfixian.

miércoles, 8 de octubre de 2014

QUIERO DECIRTE

Quiero decirte que ya no corren las flores tras de ti,
que ya no estás conmigo sin estar,
que los vientos de tu boca ya no soplan a barlovento,
que te quité de mis ojos y mi garganta,
Pero no se si puedo.


Clavo, Marta Ferreras Viruete.

ANTES DE DORMIR

Un espejo de carácter retroactivo,
sin cabeza ajena poder escarmentar.
Una droga que me mantenga vivo,
tiempos difíciles para razonar.


Qué mal sienta la cordura,
si queremos volar entre las copas de los pinos y las de cristal.
Que yo quiero la locura,
que me haga soñar: andar por tu cuerpo sin despertarme al final.



Figura tumbada en el espejo, Francis Bacon.

lunes, 6 de octubre de 2014

JUGUEMOS

Juguemos a que esta noche sea infinita.
Juguemos a que nos duela el adiós, a que nos mate la locura.
Juguemos a que seamos únicos para esta luna certera.
Sólo juguemos, que el juego termina y todo acaba.
Sólo juguemos, que no habrá lágrimas ni despedidas.
Sólo juguemos, que no habrá ni más lunas ni más noches infinitas.


LO MISMO

Lo mismo estoy alto, que lo mismo bajo.
Que lo mismo estoy en tu cama, que lo mismo lo estoy soñando! 
Lo mismo quiero comerme el mundo, que lo mismo quiero vomitarlo.
Que lo mismo quiero estar contigo, que lo mismo estoy sólo conmigo!
No soy ni rama verde ni luna llena, que soy leña menguando en esta llama que quema.
Lo mismo tengo vértigo, lo mismo ya me he tirado.
Que lo mismo me subo al tren, que lo mismo ya me he bajado!
Lo mismo estoy presente, que lo mismo ausente.
Que lo mismo está todo ordenado, que lo mismo es todo un caos!
No soy ni rama verde ni luna llena, que soy leña menguando en esta llama que quema.
Fire at Full Moon, Paul Klee

domingo, 5 de octubre de 2014

COMO EL ATÚN (SIN PUNTO)

Como el atún que quiere escapar de la almadraba, que busca la mar sin redes, que sintiendo la sangre del resto de atunes entrar por sus frescas branquias, busca el espacio justo por el que salir de allí, de aquellos pescadores, que mojados por el sudor y el océano, no quieren otra cosa que su peso en los barcos.
Estudios para "La Pesca del Atún"

domingo, 1 de junio de 2014

NO FUE UN GRITO

No fue un grito, ni siquiera fue la desesperación de perderte.
No fue la pérdida, ni siquiera fue la desolación de no poder verte. 
Quizás no fueron los besos, ni siquiera tu cercanía. 
No fueron tus caricias, ni siquiera tu compañía.
No se a donde voy, ni siquiera qué es de tu corazón.
Que solo tengo algo claro, que amarte fue Revolución.
 
Open Window, Raoul Dufy.

sábado, 10 de mayo de 2014

FUISTE.

Fuiste la libertad en mi soledad, mi compañía en mi prisión. Fuiste compañera más que nada. Fuiste el llanto y la sonrisa, dulces, más que dulces. El alivio del dolor, la tranquilidad de mi mente, fuiste amor y cariño, fuiste oasis en el desierto de tormentos y calamidades. Fuiste todo eso e infinitamente más. Más de lo que puedo expresar, más de lo que nadie podrá expresar. 
Soledad - El eco antropomorfo, Salvador Dalí.

OLVIDÉ OLVIDARTE.

Olvidé olvidarte. Olvidé que tenía que dejar de pensar en ti, que tenía que buscar a otra persona que sustituyera tus "funciones". Olvidé que contigo no me divertí y que tenía que "vivir la vida". Olvidé que todo pasa, olvidé que todo era mejor, olvidé que era joven y que tenía todo el tiempo del mundo para olvidarte. Olvidé todas esas mierdas.
Esperanza, Joan Miró.

martes, 1 de abril de 2014

SE CONFORMÓ.

Se conformó con lanzar botellas al mar. Se conformó con engañarse, pensando que ella terminaría leyendo el mensaje. Se conformó con un fotografía, donde se inmortalizó un beso, y la alegría del momento. Se conformó con el recuerdo, se le antojaba de color, mientras que el presente, tonos grises. Se conformó con las fantasías imposibles, con los sueños que nunca se cumplirían. Se conformó con pensar que todo aquello acabaría, que ella no volvería y que él la olvidaría. Se conformó con los momentos vividos, el olvido bebido y los besos recibidos. Se conformó con su existencia (la de ella), se conformó con su muerte (la de él).
El beso, dos figuras de pie, Montserrat Gudiol.

lunes, 31 de marzo de 2014

TIERRA DE MOZÁRABES, TIERRA MUDÉJAR.

Un gitano cantaba, con su melena rizada, su guitarra, la camisa le sobraba. La silla de nea, pintada en verde, con sutiles flores de colores. Una "casapuerta", unas niñas bailando, con su pelo recogido en una graciosa coleta. Un campo de olivos, las jóvenes, con su pañuelo y sus ropas de faena, junto con los jóvenes y viejos, recogen sus aceitunas, que no son suyas, que son de odio y dolor. Una callejuela, fresca, una farola, tenue. Tierra de mozárabes, tierra mudéjar, nunca fuiste libre, que los nobles nunca lo fueron y te tuvieron presa. Debe ser por como te riegan la mar y el océano, debe ser por tus sierras y tus gentes, por tu arte y tus artistas, pero nunca perdiste la Alegría. Tus sombras y luces, barrocas, tu campo y tu mar, tu salvación. Pasarán los siglos, mientras sigan soplando levante y poniente, tu serás campesina, mientras el cielo siga separado de los mares, serás obrera, mientras la tierra sea tierra, tu serás Andalucía.
Pereza Andaluza, Julio Romero de Torres.

¿SOÑÓ, O NO SOÑÓ?

Llegó a aquel pequeño pueblo en tren. Arrastraba su maleta por las calles oscuras, la luz del sol se iba poco a poco. Buscaba una cama, algún lugar donde dormir, pero paró a cenar algo en un pequeño bar en la calle principal de aquel pueblo, una calle peatonal. Se sentó en la terraza, donde el camarero le atendió. Cenó algún plato típico y una copa de vino. Preguntó al camarero sobre algún lugar barato donde poder dormir. El camarero le comentó que en ese mismo restaurante disponían de algunas camas libres, en la planta superior. Él estaba cansado, así que subió a la primera planta, entro en aquel pequeño cuarto, con una cama, un escritorio y un pequeño baño. Dejó en una silla el equipaje, y se tumbó en la cama, sin cambiarse de ropa. Se quedó dormido. ¿Soñó, o no soñó?
Sueños, Covadonga Sarragúa.

sábado, 29 de marzo de 2014

MÁS QUE LA VIDA, LA MUERTE.

El sueño de un viaje que planea sobre nuestras cabezas. El gris de las mañanas del otoño rozando nuestras lágrimas, nuestro llanto. Poetas gritando por las calles, pintores llenando plazas de color. El cielo que nunca será nuestro, ni de nadie, prepotente mirando con descaro las calvas de los ancianos que mueren sin avisar. Un paseo donde los niños juegan a ser mayores detrás de los arbustos. Las ancianas peinan a las niñas, murmurando sobre cómo acabar con sus inútiles maridos. Las vidas rondan, levitando, los callejones, condenadas a la pena capital. En un amago de esquivo, la muerte llega a su objetivo, airosa, con los ojos bien abiertos. Los adolescentes la ignoran, los jóvenes la reflexionan, los viejos la saludan disimuladamente. Como en un viaje donde el equipaje no es más que un saco lleno de gilipolleces, deambulamos, sobre ríos y montañas, buscamos una perspectiva, lamentamos. La tierra nos busca, nos inunda, inevitablemente. Mientras tanto, el sueño de un sueño, la esperanza del paraíso, la utopía en este mundo. Mientras tanto, los puños encierran tierra mojada, arena que se escapa entre los dedos, el agua incontenible. ¡Mientras tanto, la guerra para que la muerte no sea la felicidad de nuestras vidas!
La muerte por la idea, Paul Klee.

martes, 25 de marzo de 2014

LA VERDADERA RABIA ES REVOLUCIONARIA.

La rabia debe ser la esencia del Pueblo oprimido, el impulso que nos debe llevar ante los traidores, ante los poderosos. Son ellos los que condenan la rabia, los que la temen; son ellos los que la producen, son ellos los que la provocan. Es la rabia la que debe inundar las calles, no el silencio indignado de mi pueblo. El silencio pasivo con el que nos enseñaron a protestar, ese silencio es arma de los poderosos, es su tranquilidad, es nuestra frustración. La rabia es desobediencia, desobediencia a los que no debemos obedecer; es libertad, la libertad de los Pueblos que sienten; es locura, la locura de los que no tienen nada que perder; es justicia, la justicia de los traicionados; es Revolución, la Revolución del Pueblo que llora con Rabia.
Mujer llorando, Pablo Picasso.

lunes, 24 de marzo de 2014

POR TODO ESTO.

La luna sigue cumpliendo su ciclo en 28 días. El sol sigue saliendo por el este y poniéndose por el oeste. El agua sigue mojando, el fuego quemando. La tierra sigue rotando, siguiendo la órbita de siempre. El levante sigue moviendo los papeles y porquerías en círculos por las calles de mi pueblo. Las olas siguen rompiendo en la orilla, las golondrinas siguen llegando en primavera, el invierno sigue siendo frío, el verano caluroso. La música sigue sonando, los niños llorando. Los gatos me siguen gustando, el rojo sigue siendo mi color preferido. Sigue siendo el mismo mundo este en el que vivimos, sigo siendo yo mismo. Por todo esto, debe ser que sigo amándote.
La voz, Guillermo Pérez Villalta.

LA ESTRELLA.

Miraba al cielo, ilusionada, las estrellas se movían a lo lejos, eran inaccesibles, o eso parecía. Su sonrisa silenciosa callaba más que mostraba, su sonrisa era una implosión sutil, transparente. Sus ojos lucían, brillaban, se sumaban al resplandor de aquel firmamento, de aquel momento. Estaba tumbada y comenzó a jugar con las estrellas. Poco a poco, parecía que las estrellas bajaban. En un instante, una estrella fugaz comenzó a rodear sus dedos, suavemente. Era cálida, no quemaba. Sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de atraparla, de encerrarla entre sus manos. También era consciente de que se apagaría, como todas las estrellas fugaces. De esta manera, juntó sus dos manos, formando un espacio en el que quedó encerrada la estrella. Notaba su calor en las palmas de sus manos, su sonrisa se esparció lentamente por su cara, como el vino que fluye de las botellas, como la lluvia sobre la mar. Sus ojos brillaban con más intensidad, pero la estrella comenzó a apagarse, ella lo sabía. En un acto de falsa esperanza, abrió sus manos, dejando que la estrella, a punto de apagarse, subiera el cielo, esperando que en algún momento volviera, esperando poder notar aquella calidez en un futuro, que se le antojaba no muy tarde.
Podría parecer un sueño, podría parecer una fantasía, podrían llamarla loca, pero sus palmas seguían cálidas, aquellas palmas que esperaban, sin prisas y con parsimonia, la vuelta de aquella estrella. 
Dieto Derichs.

domingo, 23 de marzo de 2014

POETA SOBRE LIENZO.

Poeta sobre lienzo, la luz y la oscuridad se desprenden de tu pincel. Poeta, pintor, el arte se plasma sobre los soportes que se convierten en divino tras tu paso. Eres fotógrafo de sentimientos, eres fotógrafo del mundo de este mundo. Pintor, contigo el sol es comprensible, y la luna, y su sonrisa. Pintor, eres la esperanza de lo inerte, eres el resplandor de lo oscuro. Poeta sobre lienzo, son tus pinceladas los versos, son tus trazos los renglones. Tu pintura es barniz en nuestra piel, son los colores tu poder, el cielo bajó a tu caballete y allí se quedó, tranquilo, sereno, sin sobresaltos. ¡Allí se quedó el cielo y envidia te tengo, que no por pasar el tiempo, el cielo subirá, que ni por Dios ni demás mentiras conseguirán que el cielo ascienda, que el cielo decidió ser de tu caballete su prenda!
Dieto Derichs.

miércoles, 19 de marzo de 2014

MOMENTOS.

Se dan momentos que quedan en momentos, que son sólo tiempo. Pero de los momentos que escribo son de esos momentos que quedan en más que momentos. Son esos momentos que trascienden el espacio y el tiempo, momentos desafiantes, momentos que uno no elige, que no uno no escoge. Son momentos que se escapan de la superficialidad, que dejan de ser momentos porque el tiempo deja de serlo también. Son esos momentos en los que todo deja de ser lo que era, para mostrar realmente lo que son, para dejar a flor de piel la esencia de su ser. Los momentos en los que los sentimientos dejan de tener nombre. Son los momentos en los que las gaviotas se posan en el reflejo del agonizante sol, momentos en los que la arena fría toca tus pies, momentos en los que tus ojos ven más que color, más que una imagen, en los que tu piel siente más que calor, más que frío, donde puedes oír más que música, más que sonidos. Son esos momentos en los que el viento deja de ser aire y deja de ser movimiento, donde el agua deja ser materia. Se que me entiendes, porque al igual que no todos pudieron tener estos momentos en el momento en el que yo lo viví, se que tú los viviste. Fuimos iguales, fuimos amantes de los momentos y fuimos víctimas también de ellos.
Instante, Carmen Domínguez.

viernes, 7 de marzo de 2014

MUJERES

Mujeres, no os escribo ni por madres ni por esposas, os escribo por mujeres:
Tú, que para ser revolucionaria debes serlo el doble, tú, que para ser mujer necesitas ser revolucionaria. Mujer, compañera, el camino sin ti no es más que una puerta cerrada, un muro inabarcable. Compañera, mujer, que no te escriban más por ser agradable compañía en la alcoba, que no te escriban más por ser los tormentos o las glorias de los varones. Mujer, que tus caricias duelan, que tus besos se disparen. Compañera, que la libertad sea tuya y mía, que la revolución sea nuestra de una vez por todas. 
Morning, Francesco Clemente.

jueves, 27 de febrero de 2014

LLEGA LA PRIMAVERA.

Paseaba por un pueblo donde llegaba la primavera. Las golondrinas volaban bajo, armando algarabía, por las calles del pueblo. La tranquilidad se reflejaba en lo pausado de los pasos y en el caudal del río. Las aguas estaban quietas, llegaban a la mar sin sobresaltos. El sol iba cayendo poco a poco. La luz se anclaba suavemente a la piel, aferrándose con delicadeza a los lunares de su espalda. Las azoteas, orgullosas, relucían entre las brisas de mayo. Las ventanas se abrían de par en par y los árboles se alzaban a su paso. Las palmeras, a la vera del río brillaban, altas y fuertes. Las macetas eran los perfumes de las calles, las terrazas y los balcones fueron torres atalaya que esperaban su llegada. La mar fue el espejo donde poder maquillarse con los colores del atardecer y el viento fue la señal, la señal de que de nuevo llegaban las sonrisas entre soles y brisas, el pregón que anunciaba los besos bajo el sol, la alegría del corazón.
Boceto para azulejos I, Guillermo Pérez Villalta.

lunes, 17 de febrero de 2014

EN UN TIEMPO.

Vivimos en ese peligroso margen entre la melancolía y la esperanza, la melancolía de antiguos tiempos mejores y la esperanza de mejores tiempos futuros. Es el tiempo del miedo, el tiempo de la pasividad ante el presente. Es el tiempo de la espera, del no movimiento. Vivimos entre el peligroso margen del interrogante ignorado, de falsas promesas y del convencimiento del crepúsculo, ese convencimiento que nos lleva a creer que lo bello del día es cuando se va. Vivimos en el sucio margen entre la locura y la pena. Vivimos en el tiempo de abrazos vacíos, de besos al aire, donde el amor se vende por cuatro duros, donde la esperanza se ve a través del transparente velo del paso del tiempo. Vivimos por vivir, morimos por morir. Es tremendo, vivimos deseando la oscuridad, vivimos con el temor a la luz y sus descubrimientos. Las calles duermen. Para mal de algunos, nada acaba aquí, ni nada empieza, estamos arrojados en la mitad de un tiempo que no conocemos, en la mitad de un momento, que ojalá fuera otro.
La danza de la música del tiempo, Nicolas Poussin.

miércoles, 12 de febrero de 2014

PEREGRINO DE TU CORAZÓN.

Peregrino de tu corazón, el camino emprendía. Entre bosques y playas caminé, entre guerras y batallas. Por los versos de los poetas me deslicé. Me acercaban a ti. Fui preso de la esperanza y de la ilusión, que con sus crueles barrotes me apresaron frente a ti, cara a cara. Allí estaba, mirándote, soñándote, esperando ser alojado en tu cercano cuerpo. "¡Que me libren de los barrotes, que me libren de tu cercanía impotente, que yo no quiero estar cerca, que yo quiero ser la marea que moje tus arenas, que yo quiero ser el viento que mueva tus aspas!"
Caminos, Rafael López Blázquez.

sábado, 8 de febrero de 2014

EL NIÑATO.

¿Qué eran las luces si no un colorante de la oscuridad? Era una pregunta absurda que se le venía a la cabeza cada vez que se levantaba (así le iba). Se obsesionó con la relatividad, con las dudas existenciales y con las tetas de su vecina. Era un adolescente perdido, asocial y marginado, pero del grupo de marginados que se marginan con razón. Era un niñato que se creía superior por preguntarse gilipolleces al amanecer. Babeaba con su vecina, daba asco. Repugnaba a medio instituto, la otra mitad ni se percató de su existencia. Era repelente, un salido que leía libros que no entendía. Estaba muy delgado, iba sucio a clase y usaba tirantes (esto último era motivo de burla de profesores y conserjes). Lo peor de todo es que era feliz, que disfrutaba de las burlas, de la marginalidad más asquerosa y repugnante al que pueden destinar a alguien. Gozaba con mirar a su vecina fijamente con una mirada repulsiva mientras se tocaba su paquete (realzado por la tensión de sus tirantes). Era feliz, pero asqueroso.
Vestido bajando la escalera, Eduardo Arroyo. 

OSCURIDAD.

Un salto al vacío, una explosión de frente. Una caída a la oscuridad, la vuelta a las sombras tras una luz incómoda. Lo necesario para sobrevivir. Un giro, una vuelta, un estallido que impresione. La búsqueda de lo imposible, el camino incierto, un paso atrás, o adelante. La grave equivocación de no saber, la grave equivocación del arrepentimiento, a pesar de lo que digan los sabios. Una única certeza, que no todo lo soluciona, aunque debería. La ignorancia de viejos y jóvenes, la inutilidad del paso de los años reflejada en todas y cada una de las tumbas. Esquelas que nadie lee, ni siquiera tú.
Negro, blanco y rojo, Francesco Clemente.

miércoles, 5 de febrero de 2014

LA JOVEN Y EL BALCÓN.

Asomaba por su balcón, era pálida y tímida, pero allí estaba, desnuda, mostrando su cuerpo a la calle y a las macetas que la decoraban. No pronunció palabra, estaba callada. La gente la miraba, pero seguía adelante, corriendo, con sus cosas y su estrés. El sol la bañaba, pintando su palidez en un anaranjado suave, con diferentes tonalidades. Sus manos estaban apoyadas suavemente sobre la reja y sus pies descalzos estaban fríos. Un joven que paseaba, con su maletín y su sombrero. Se paró en aquella marea de gentes, que no cesaba y que inclinaban sus cabezas al pasar bajo el balcón. Él se paró, levantó su cabeza y se sentó sobre un bordillo a observarla. Ella se percató de la presencia del joven, que mantenía un rostro serio y curioso. Se quitó el sombrero y lo puso a un lado. La gente seguía pasando por allí, sin mayor atención ni morbo que el de dirigir una mirada al balcón  que duraba no más de un instante.
Llegó la tarde, y todo seguía igual, ella en el balcón, él en el bordillo con su maletín en el regazo y el sombrero a un lado, y la gente que seguía transcurriendo por la calle. El sol se ponía, y con él, la pálida piel de ella se convertía en un tenue fluorescente y la calle se quedaba más solitaria. Llegó el momento en el que se quedaron solos, intercambiando serias miradas, la de ella con más miedo y timidez, pero seria al fin y al cabo. Se apagaron las farolas y las pocas ventanas que podían desprender algo de luz de su interior. Entre las sombras ella vio como él se levantaba, se colocaba el sombrero y sacaba de su maletín una rosa, que colocó bajo el balcón. Levantó la mirada por última vez y con una sonrisa y una inclinación del ala de su sombrero, se despidió de la joven, que sin sonrisa si no con llanto, lo despidió. 
Balcón, Albert Rafols Casamada.

martes, 4 de febrero de 2014

VOTACIONES I CONCURSO.

Buenas a todas y todos. Ya el relato "QUERER" está concursando, os agradecería a todas y todos que me ayudéis a ganar el concurso. Para ello, tenéis que entrar aquí y dar a ME GUSTA. Es sencillo y os lo agradeceré de corazón. Un saludo!!

lunes, 3 de febrero de 2014

PESADILLA.

En la escena, una mujer paría, entre sangre y flujos, y dolor. Un cura al lado la bendecía, con una cruz dorada. Nadie asistía a la mujer. Los gritos de sufrimiento retumbaban en aquella pequeña sala. Entraron por la única puerta un coro gregoriano, unos monjes ataviados con sus túnicas. Se situaron delante de la parturienta. Los alaridos y el canto de los monjes se mezclaban en una extraña y novedosa armonía. Uno de los monjes, separado del grupo, vende los CDs y las camisetas del monasterio, no se sabe muy bien a quien. La mujer, desangrándose y entre gritos y susurros, le pide al monje un CD, el último que salió al mercado. El monje se acercó a ella y le vendió el CD, de regalo, en un acto de caridad cristiana, una pequeña camiseta para el crío que estaba asomando de entre las piernas de su madre. Los monjes seguían cantando, al mismo tono, sin sobresalir ninguno sobre el resto, lo único que desentonaba eran los gritos de la mujer, que se fueron apagando poco a poco. Las muerte de la mujer, y del recién nacido, entre sangre y flujos, dieron por finalizado el concierto de los monjes, que fueron saliendo, en fila, de uno en uno, por la puerta. El cura, bendijo por última vez a la mujer y siguió a los monjes.
La maestá. La muerte de la Virgen, Duccio di Buoninsegna.

I CONCURSO.

Buenas a todas y todos. Me dirijo a ustedes por primera vez para deciros que participaré en un concurso en el que el premio consiste en que ilustren uno de mis relatos. Para participar necesito vuestra ayuda y, mediante vuestros comentarios, elegir el relato que entrará a concurso. El relato (la entrada) que más comentarios tenga será el elegido. Sin más, gracias por vuestras visitas y comentarios y os iré comentando todo lo que vaya surgiendo. ¡Un abrazo!

P.D.: El relato lo enviaré sobre las once, así que poco tiempo tenemos.

domingo, 2 de febrero de 2014

LO CONTRARIO DEL MIEDO ES EL AMOR.

Pensó en la muerte, y se rió. Decían que conversaba con ella frecuentemente, que a veces se amaban, pero eran sólo rumores. Realmente no se amaban frecuentemente, se amaban a cada momento, cenaban y bailaban bajo el rojo cielo en cada ocaso. Un buen amigo le preguntó por aquello, por lo macabro de aquella relación, por lo rara que era ella. Él, sintiéndose poeta sin serlo, respondió que algún día le tuvo miedo y que llegó el momento en el que se impuso, pensó que lo contrario del miedo era el amor (posiblemente, cometiendo un grave error) y que sintió en lo más profundo de su alma que tenía que amarla. El amigo, sorprendido y acongojado, le preguntó sobre cómo la conoció. "Pues nada, pensé que podría estar en algún garito rockero oscuro, fui a uno y allí la encontré, con su guadaña y todo", respondió naturalmente. El amigo cada vez se alejaba más, pero le pudo la curiosidad: "¿Bueno, y cuando os acostáis, ella que tal es, como os lo montáis?". Con una media sonrisa, contestó a su amigo "Pues al principio es raro, pero te acostumbras. Le gusta jugar con sangre, corazones latentes de animales recién muertos, masticar sesos y quizá, lo más trabajoso sea limpiar el dormitorio cada mañana". Ante la respuesta, su amigo, aterrorizado, en un amago de salir corriendo, pensó en aquello de "lo contrario del miedo es el amor" y se lanzó sobre él. Y lo amó.
Disparate de miedo, Francisco de Goya y Lucientes.

UN FOGONAZO SILENCIOSO.

Un fogonazo silencioso, mudo, se elevó sobre él. Él, relajado y con los ojos cerrados, notaba cómo la luz se filtraba por sus párpados. Sus pies no se separaban de la tierra cuando abrió los ojos lentamente. La luz le molestaba, pero la hoguera de esperanza que ardía en su interior impulsó a la apertura de su visión. Era un sueño interrumpido en un fresco amanecer de mayo. Las suaves sábanas envolvían sus piernas y su torso desnudo despertaba poco a poco en una respiración calmada. Tenía un nuevo día mirándolo a los ojos.
Sueño, Andrés Cillero.

sábado, 1 de febrero de 2014

UN SOLO AMANECER.

Que volviesen tus besos, aunque fueran en un sólo amanecer. Un sólo amanecer en el que pudiera memorizar el recorrido de tu piel por tu cuerpo, cada lunar, cada cicatriz. Memorizar el sabor de tus besos, los rizos que cubren tu cabeza, el tono oscuro de tus ojos. Sólo un amanecer en el que pudiera memorizar lo que siento al oir tu lenta respiración mientras duermes, en el que pudiera memorizar tu desnudez. Sólo un amanecer... Maldigo a aquellos que aclaman al olvido, que lo ansían. Cuando se quiere olvidar, se quiere olvidar el tiempo perdido, el odio o la pena. Yo, sin embargo, solo quisiera tatuarme un último amanecer contigo, un sólo amanecer en el que las primeras luces del sol te iluminen poco a poco y pueda memorizarte sin prisas. Un solo amanecer...
Amanecer, Javier Clavo.

miércoles, 29 de enero de 2014

EL PUEBLO DEL SILENCIO.

Cuenta la leyenda que en los inicios era el Pueblo del Silencio. Nada se podía oír por sus calles, ni por su paseo marítimo, ni por sus playas. Las gentes no decían palabra, los perros no ladraban ni la lluvia sonaba. Cuentan que el rey de aquellos lares fue un rey de los malos (no era excepción de entre los reyes que reinaron y que siguen reinando). El rey comenzó a exprimir al Pueblo del Silencio, pidiendo casi todo el trigo al molinero y casi toda la faena al agricultor y al marinero. Se llevaron a algunas campesinas, para el servicio personal del rey, y a jóvenes. En el Pueblo del Silencio, el silencio comenzó a provocar enfermedades, epidemias, pestes y problemas cardiacos a los ancianos y ancianas. Lo último que pudo llevar a cabo este rey fue la imposición de un nuevo dios, un dios que se tenía que temer, que buscaba el silencio y que no se sabía muy bien de donde salía. En todo caso, en el Pueblo del Silencio tenían ya sus dioses: los Vientos, la Marea y la Lluvia. Eren fieles a sus dioses y el pueblo se encontraba plagado de templos dedicados a ellos. El pueblo se sentía enfermo, sus gentes morían poco a poco. Una tarde de primavera, una campesina convocó a sus vecinos y compañeros bajo la torre del pueblo. Tras varios debates y discusiones, la decisión fue clara, combatir al rey. Asediaron la torre y tomaron las armas. No muy tarde el rey mandó a sus tropas a combatir al Pueblo del Silencio, que ya gritaba, que dejó el silencio fuera de sus fronteras. Las tropas se situaron junto al mar, les superaban en número, pero invocaron a sus dioses. El viento comenzó a soplar fuerte, desestabilizando a la caballería real, la lluvia no dejaba ver a los arqueros y la marea, por último, se acercó poco a poco al rey y sus militares, sorprendiéndoles por las espaldas y acabando con todos y cada uno de los que se atrevieron a combatir al pueblo. Desde aquel día, donde el Pueblo del Silencio gritó y sus dioses derrotaron al rey, dicen los que viven en aquel pueblo, que, tras caer algunos días de primavera, los dioses vuelven al pueblo, y la marea suena como un murmullo constante y recorre las calles vacías y oscuras, metiéndose poco a poco por todas las puertas de las casas; la lluvia y los vientos comienzan a jugar y a celebrar, golpeando ventanas y azoteas. Los que viven en el antiguo Pueblo del Silencio, saben que son momentos de celebración y conmemoración a aquellos que algún día los liberaron del silencio. Ellos siguen orando y pidiendo a sus dioses, que les recuerdan que jamás se irán de allí y que siempre estarán con ellos.
Silencio, Joan Miró.

martes, 21 de enero de 2014

QUIÉN FUERA.

Quién fuera forastero en este pueblo... Quién pudiera ver este pueblo por primera vez, sorprenderse por sus calles, sus gentes. Quién pudiera alojarse en este pueblo por unos días, ver las puestas de sol, ver cómo la luna se refleja en su mar, poder orar por primera vez a estos dioses, que son los vientos y las mareas, venerados por marineros y agricultores. Quién pudiera pasear por esta orilla por primera vez, pisar la arena mojada con el viento de poniente en la espalda. Quién tuviera la suerte, y el destino, de parar aquí y poder probar su pescado y su verdura, de poder perderse por sus antiguos barrios, pasear por los callejones que se pierden por el pueblo y que siempre te llevan al mar. Quién pudiera seguir sorprendiéndose contigo, con tu campo y tu mar, con tu aire salvaje, con tus aguas saldas y tu río, con tu sol de primavera. Quién pudiera escribirte un poema a bordo de un barco pesquero y enviarlo a otras tierras mediante una botella de cristal. Quién pudiera seguir amándote como la primera vez, quién pudiera seguir sonriéndote como ayer. 
Los Bateles, 2013, Susana Solís Zara. 

lunes, 20 de enero de 2014

BAÑO RELAJANTE.

Se fue a dar un baño. Puso el tocadiscos, un vinilo de los años setenta de rock, una mezcla de varios artistas. Sonó "Big Balls", de AC/DC. Encendió el agua caliente. Vertió sales y jabones. Se desnudó al ritmo de la canción, con una sonrisa en la cara. Rozó con el pulgar de su pie izquierdo el agua, demasiado caliente, pero se metió en su bañera y una vez dentro encendió el agua fría. Comenzó a sonar "My life", de Billy Joel. Colocó una toalla tras su cuello y colocó su cuerpo a lo largo de la bañera. Disfrutaba del momento, el agua caliente, los olores de los jabones, la música... Sonaba "Don't let me now", de los Beatles. No sabía inglés, pero no le importaba. Comenzó a jugar con el agua, a soplar la espuma del jabón. No quería soñar, no quería otra vida, quería seguir disfrutando de aquello. El agua se iba enfriando, así que volvió a encender el agua caliente durante algún momento. El agua volvía a estar agradable para ella y así, comenzó "At last" de Etta James. Allí, en aquella bañera, en aquel momento, fue feliz, no necesitaba nada mas, ni le sobraba. Sabía que la felicidad era tan efímera que no podía pensar en ello. Sabía que no podía tener mejor amante que su propio corazón. Sabía que aquello terminaría, pero que aun duraba. 
El baño, Fenando Botero.

domingo, 19 de enero de 2014

EL VIAJE EN TREN.

Miró por la ventanilla, veía pasar los verdes bosques y las colinas. El ruido del tren le acababa de despertar tras unas horas durmiendo. Seguía cansado. Miró a su alrededor, todos dormían. Todavía quedaba alguna hora que otra para llegar al destino. Estaba atardeciendo, el sol pintaba de naranja y morado las escasas nubes que pasaban por allí. Sólo se escuchaba el ruido del tren y un niño llorando dos vagones más atrás. No pensaba, solo observaba, seguía un poco adormecido. Miró su billete, era un papel impregnado de melancolía, tristeza, esperanza e ilusión. Se sentía raro, nunca había salido de su país y se encontraba ya a kilómetros de la frontera. Llegaría en un par de horas a un pueblo del norte de Francia, donde tendría una nueva vida, llena de incertidumbres y un destino, ante todo, incierto. Se encontraba allí, sentado, mirando por la ventanilla, con el último sol de su vieja vida. Se encontraba ante el último sol de una era, era donde la felicidad dio paso a la tristeza y esta, finalmente, acabó con la era. Una era que debía morir, y él, se lo puso fácil. Miró un segundo hacia atrás, pero supo que no era la aptitud adecuada. Corrigió su mirada y se quedó dormido viendo como el viejo sol se moría tras una colina, apagándose y dando lugar a la noche de la transición entre eras. 
The River, Terence Cuneo. 

jueves, 16 de enero de 2014

LA VERDADERA FELICIDAD ES REVOLUCIONARIA.

La verdadera felicidad es revolucionaria, y la verdadera felicidad es aquella que es consecuente y consciente. La verdadera felicidad no es la de los ignorantes, la que lo dejó todo en manos de un pacifismo que dejaba en "paz" a los poderosos. La verdadera felicidad no es aquello, ni lo otro, la verdadera felicidad es más que una sonrisa, o un buen café en compañía. La verdadera felicidad es continuada y constante. La verdadera felicidad se preocupa, la verdadera felicidad es inquieta. La verdadera felicidad es coraje y justicia, es amor y es odio, pero nunca pena, ni victimismo, ni melancolía. La verdadera felicidad fue a la guerrilla, y volvió triunfante. La verdadera felicidad es una sensación difícil y compleja, no es un sentimiento de andar por casa, ni una sensación efímera que termina cediendo ante otros sentimientos y sensaciones. La verdadera felicidad puede debilitarse, puede ser atacada, pero nunca desaparece, porque es verdadera felicidad, porque es puramente revolucionaria. 
La vida multicolor, Wassily Kandinsky.

miércoles, 15 de enero de 2014

OLVIDO.

Esperaba olvidar las coordenadas de aquel punto de su cuello que hacía estremecerle y ponerle la piel de gallina. Quería olvidar aquella forma de besar sus labios que significaba mucho más que un beso y que los llevaría a desnudarse en instantes. Necesitaba olvidar la sensación que provocaba aquellas caricias en su pelo y aquellas manos recorriendo su espalda. Tenía que olvidar todo lo que soñó, todo lo que pensó, todo aquello que llenaba sus noches de utopías y sonrisas silenciosas. Una noche, de aquellas que se quedaron vacías, aprovechó el insomnio para que le diera el aire de la calle... Pasaría noches y noches de borracheras y funerales, en las que el ron le traía una corona de flores con una cinta que anunciaba: "Mi alma y yo ya te hemos olvidado". A la mañana siguiente nada recordaba, excepto a ella, y las coordenadas de aquel punto de su cuello, aquella forma de besar que les desnudarían, aquellas caricias que le estremecían... Así cada noche, así cada mañana.
Las arenas del olvido, Guillermo Pérez Villalta.

martes, 14 de enero de 2014

ELLA. ÉL.

Se quedó allí, llorando, esperando un arrepentimiento que la hiciera aparecer por el espejo. Pasaba el tiempo y así, su llanto aumentaba. Recordaba momentos dulces, recordaba las pasiones vividas, los besos dados, los negados y los robados. Recordaba y lloraba, no era feliz. Minutos antes le suplicaba que lo culpara, que le diera un motivo por el que no merecía la pena seguir con él, que le dijera sólo un error que hubiera cometido. Ella explicaba que él era bueno, que se había portado bien y que no podía pedirle más, y justo eso era lo que impedía seguir con él, el saber que por su parte no se podía dar más y que por la otra parte, no se podía pedir más. Ella, simplemente, no era feliz, lo quería, quizá, pero no era suficiente.
Él seguía llorando, recordando sus palabras. Ahora todo podía ser recuerdo, u olvido. Ahora todo sería diferente, se hizo mayor con ella, dejo su niñez atrás con ella, viajó con ella, comió con ella, durmió con ella, la amó, la quiso. Recordó incluso aquello que no vivieron: un viaje a París, una casita en el campo, un hijo (quizá), envejecer juntos frente al mar...El amor de su vida se fue, quizá para siempre, y se quedó sin ese amor, sin sus besos y con los recuerdos más bellos que se recordarán jamás.
Memory of Paris, Marc Chagall.

lunes, 13 de enero de 2014

QUERER.

Quería ser pescador en algún pueblo frío y verde, en el norte. Quería tener un pequeño barco, con sus redes y aparejos. Quería madrugar cada mañana en alguna buhardilla de alguna casita de piedra. Quería pasar frío en alta mar y jugar a ser pirata, buscar algún tesoro. Quería vender su pesca en alguna viaja lonja y llegar a casa para prepararse algún pescado azul en el horno, con una buena guarnición de verduras de su propio huerto. Quería comprar huevos a su vecina, que el panadero dejara el pan, aún humeante en el pomo del portón de madera, comprarse una gorra marinera, ser poeta; y pintor, visitar los pueblos de alrededor, dormir con su tienda de campaña en lo alto del monte, una noche fría y de lluvia, o en una noche de primavera. Quería ser feliz. Quería... quería olvidarla.
Marinero, Peré Pruna.

domingo, 12 de enero de 2014

EL POETA.

El poeta dejó de ser un viejo, con gafas y barbas, marginado por las gentes y un tanto loco. El poeta ahora tenía que mimetizarse con la sociedad, para ser un genio de entre ellos, para escribir versos que fueran comprensibles, emocionantes y sorprendentes a la vez. El poeta dejó de escribir en torres de cristal para escribir en las plazas, en la calles, en las tiendas, allí donde hubiera gente. El poeta dejó de escribir sobre dragones y princesas, sobre lugares que nunca existieron, sobre personas imposibles. El poeta fue hombre, y fue mujer, pero seguía siendo un genio, en ocasiones incomprendido (por aquello de la genialidad) y otras, querido. El poeta, fue poeta del Pueblo, y fue a la guerrilla con él y sangró, sufrió, venció, perdió y murió con el Pueblo. Se fue con el Pueblo, pero volvió de su mano. El poeta murió, encarcelado y marginado, pero no por el Pueblo. El poeta murió, pero el Pueblo vivía para recitar todos aquellos versos en las plazas, las calles y allí donde hubiera Pueblo. El poeta murió, pero el Pueblo seguía atento, con los fusiles en pie y sus versos en el viento.
Retrato de Miguel Hernández, Antonio Buero Vallejo. 

ILUSIÓN DE VERANO.

Un bonito sauce se emocionaba. Unos niños jugaban a su alrededor, sin camisetas, niños y niñas sin camisetas, eran libres. Jugaban con unos cubos de agua, el sol calentaba sus espaldas y sus voceríos y carcajadas se podrían oír al otro lado del mundo. Llegó la madre de uno de ellos, en una mano llevaba una cesta llena de bocadillos, en la otra mano un cigarro a mitad de consumir y en el hombro unas cuantas toallas. Esto significaba ir a la cala que había cerca de aquella casa del sauce. Iban solos por el camino de tierra y arbustos, iban felices, hablaban de sus cosas. Iban subiendo la gran duna que había justo al empezar la playa. Llegaron a la cima de aquella duna, estaban colocados en fila en paralelo a la orilla, al fondo, una puesta de sol que bañaba de naranja y violeta toda la cala. El niño que portaba la cesta con los bocadillos la soltó. Todos miraban entusiasmados pero con cierta seriedad aquel espectáculo. Una cala solitaria, aquella puesta de sol, las siluetas de aquel grupo de ilusión y esperanza, la fresca brisa que erizaba sus vellos. Se empezaron a mirar entre ellos, soltaron las pocas pertenencias que llevaban, se les dibujó a todos una gran sonrisa en la cara y de repente, al unísono, comenzaron velozmente a bajar por aquella duna, corriendo, dando volteretas, saltando... Llegaron a la orilla y comenzaron a salpicarse entre ellos, a hacerse zambullidas, a nadar y bucear en aquella balsa de aceite. Cuando estaban cansados, aun no había terminado de ponerse el sol, y subieron a la duna, a sentarse en las toallas y contemplar el último sol del verano. Alguna risa se convirtió en lágrima, y todos se abrazaron cuando el último rayo de sol se fundió en el horizonte con el gran océano. Terminó el verano, con una cesta llena de bocadillos y unos niños llenos de emoción, libertad e inocencia. 
Puesta de sol, Nicanor Piñole.

sábado, 11 de enero de 2014

NUESTRO CASTILLO.

-No te diré que no encontrarás a nadie que no te ame ni igual ni más que yo, porque no lo se. No te diré tampoco que sin ti no soy nadie, porque lo soy, ni que sin ti me voy a morir, porque seguiré vivo, a mi pesar. Ni te diré que el viento se parará, porque seguirá soplando y acercándome tu aroma hasta mi cama, ni que el tiempo dejará de correr, porque seguirá corriendo y arrastrando tu recuerdo a mi mente. No te diré nada de eso, porque te sigo queriendo, y no te mentiré. Se libre, como ya lo fuimos al construir nuestros sueños, castillos llenos de color, donde tu y yo combatíamos las injusticias, en aquel castillo donde fuimos felices matando a poderosos dragones devoradores de aldeas. En aquel castillo donde fuimos más que amigos, pero sobre todo, amigos. En aquel castillo que fuimos derruyendo poco a poco, sin saber cómo ni por qué, pero que ahora está en ruinas, hecho escombros. Simplemente te diré que aquí tienes mis manos, capaces de ir colocando de nuevo cada piedra y cada sueño, para volver a mudarnos a aquel castillo en el que tu y yo, fuimos más que felices.
Jardin del palacio de Viznar, Santiago Rusiñol Prats.

DOLOR.

Dolía, dolía el silencio que desprendía su boca cerrada. Dolía que sus ojos le huyeran, hasta descansar en cualquier parte de la habitación. Dolían los roces, las caricias. Dolía el olor de su pelo y el sonido de sus dedos cuando los hacía crujir mientras pensaba en a saber qué. Dolía la ausencia de sonrisas, de risas y carcajadas, dolía el recuerdo de saber qué nada de eso volvería. Y dolía, por encima de todo, la impotencia ante aquella tragedia.
Beech Forest I, Gustav Klimt.

viernes, 10 de enero de 2014

ELLAS.

Alice dormía plácidamente, todo era ilusión, todo era sueños por cumplir y sueños cumplidos. Estaba segura de lo que hacía, nada le haría dar un paso atrás, su seguridad era la del viejo capitán de pesquero que los años le hicieron volar sobre los temporales gracias a un pacto con Poseidón y con el barlovento. Annie no podía dormir, esta vez el motivo no era su barriga embarazada, si no el no saber cantar una nana, el no poder controlar que la lluvia mojase a su hijo, el saber que no contaba con su familia, el desconocer la reacción de una sociedad ante un niño con dos madres... Todo era un vendaval de ideas que no le dejaban dormir. Pero ahí estaba la mano de Alice, con su seguridad, sobre su barriga. En ese momento supo que una mano pudo más que todo lo que podría venir en pocos días, que una mano, junto a la otra y las dos suyas serían capaz de luchar y combatir contra mareas, recoger todo el trigo del mundo y todo lo que hiciera falta por sacar a ese niño adelante. Y allí se encontraban, las dos, en un pequeño colchón, sin sábanas ni edredón, desnudas, sin frío ni calor.
Annie and Alice, Lucian Freud.

jueves, 9 de enero de 2014

REFLEXIÓN.

Su cara arrugada no mostraba más que una resignación tranquila, sin frustraciones ni alteraciones. Nada tenía, más que un rosario en el que no creía y lo poco que vestía. Tranquila, estaba tranquila, no era desesperación por lo que sostenía entre sus manos un rosario, era sólo un ejercicio de reflexión. Recapacitaba sobre su vida, sobre lo que podría haber hecho y no hizo, pero sobre todo, de lo que hizo hasta ese mismo momento. No había balanza donde colocar lo positivo frente a lo negativo, si no una mirada retrospectiva de su intimidad, una mirada que no buscaba más que una síntesis para saber quién había sido y quien era. Quizá nunca encontrara la respuesta, quizá encontrara antes a la muerte, sin guadaña ni capa negra, si no una muerte que la llevaría a saber dónde, de la mano y con paciencia.
La vieja del rosario, Wilfredo Lam.

DESNUDA.

Después del mal trago, de tantas dudas y sentimientos encontrados, se quitó la ropa lentamente. Aquel momento se le antojaba mágico, era ella a flor de piel. Poco a poco se le iba marcando una leve sonrisa en su preciosa cara. Se miró al espejo, observó su desnudez, esto hizo que se marcara aún  más esa sutil sonrisa que podría enamorar a cualquiera. Sus curvas eran como la melodía de un viejo piano en un solitario bar, olor a ron y tabaco negro. La moderna lámpara de aquella habitación hacía tornar su piel roja. Miraba las luces y sombras con las que jugaban esa lámpara y su cuerpo, se divertía, pero estaba cansada. Se recogió el pelo con su mano derecha y dejó caer su cuerpo, lentamente, pero libre, sobre el suelo. No pensaba en nada, simplemente sentía.
Desnudo sentado en rojo, Marc Chagall.