miércoles, 15 de enero de 2014

OLVIDO.

Esperaba olvidar las coordenadas de aquel punto de su cuello que hacía estremecerle y ponerle la piel de gallina. Quería olvidar aquella forma de besar sus labios que significaba mucho más que un beso y que los llevaría a desnudarse en instantes. Necesitaba olvidar la sensación que provocaba aquellas caricias en su pelo y aquellas manos recorriendo su espalda. Tenía que olvidar todo lo que soñó, todo lo que pensó, todo aquello que llenaba sus noches de utopías y sonrisas silenciosas. Una noche, de aquellas que se quedaron vacías, aprovechó el insomnio para que le diera el aire de la calle... Pasaría noches y noches de borracheras y funerales, en las que el ron le traía una corona de flores con una cinta que anunciaba: "Mi alma y yo ya te hemos olvidado". A la mañana siguiente nada recordaba, excepto a ella, y las coordenadas de aquel punto de su cuello, aquella forma de besar que les desnudarían, aquellas caricias que le estremecían... Así cada noche, así cada mañana.
Las arenas del olvido, Guillermo Pérez Villalta.

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